martes, 5 de junio de 2012

Me duele España...

...que decía Unamuno. Esa persona con la que a veces me siento identificado hasta que recuerdo que era un genio.

Me duele España porque veo un panorama feo feísimo, desde la “perfecta” Alemania en la que hasta dentro de un par de meses viviré. Me llegan noticias de mucha gente en paro, alguna persona muy cercana, el reflejo de una realidad de 5 millones de personas en nuestro país. Miserias, tristeza, impotencia y… ¿culpa?
Cada uno sabe qué hacer con sus dineros, qué hipoteca pedir, o qué hacer con su formación. Pero hay cosas que ya pasan de castaño oscuro, y determinadas personas no pueden irse de rositas. Ha habido fallos en el sistema y a la realidad me remito. Si alguien me dice que el sistema es así, que ha funcionado bien pero que hay ciclos, yo le digo que vaya mierda de sistema, con perdón.
La información ha brillado por su ausencia en la venta de productos financieros, y la gente no ha sido consciente de lo que implicaba una hipoteca de estas que te ponen los pelos de punta. Irresponsabilidad del que acudió, y geta del que lo concedió, con ciertas dosis de yo coloco este fondo de inversión o estas preferentes y si te he visto no me acuerdo.

Una pena para todos, y una culpabilidad compartida de este asesinato a la pobre víctima que nada tenía que ver: España. Cuchilladas por doquier entre mi compañera Ángela –Merkel- y los socios nacionalistas que renuncian antes a sanidad que a embajadas. Disparos de políticos corruptos, irresponsables, que han aplicado políticas de derroche cuando había que guardar para las vacas flacas.  Puñetazos y patadas en los riñones de sindicalistas y empresarios que jamás miraron por el bien común (o de los suyos).  Navajazos de ciudadanos que siempre preguntan por el ¿y para mi qué? mientras engrosan las listas del paro a la vez que tienen sus trapicheos en B por otro lado. De cada grupo son unos pocos, pero entre todos se han bastado para anunciar la muerte, asesinar y enterrar el cuerpo.

Y ahora vemos esto. Deudas, paro, desahucios, lágrimas, nefastas gestiones e incluso sí, hambre. Hemos pasado de comprarnos el pisito en la playa a pedir un kilo de arroz a Cáritas.

Por esas personas me duele España. Y es que a veces, comprendo por qué mi amiga Ángela no quiere dejar asomar ni un solo euro alemán por nuestro país.  

“A veces, el silencio es la peor mentira.
Miguel de Unamuno

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